Escoger un suelo laminado
El suelo laminado es una de las opciones a considerar si estamos planteándonos cambiar el suelo de nuestra casa. Con una instalación sencilla, duradero y sin mantenimiento, se trata de un producto con multitud de acabados disponibles con un coste por debajo de los materiales que imita.
El suelo laminado se compone de varias capas de materiales sintéticos, un trasero de melamina, un cuerpo de tablero de alta densidad (HDF) o de densidad media (MDF) central y una impresión de alta calidad protegida por una copa de plástico transparente.
Uno de los mayores problemas a la hora de instalar un suelo laminado es escoger entre la gran variedad de estilos disponibles. La mejor recomendación es buscar un acabado que se adapte a nuestro estilo de vida, en una casa con niños o mascotas seguramente los acabados mate y de maderas envejecidas mantendrán un mejor aspecto durante más tiempo que las opciones más pulidas y brillantes.
El tamaño de las lamas también debe ser tenido en consideración, si el suelo sobre el que vamos a instalar no esta suficientemente liso puede que unas lamas anchas tengan problemas para encajar entre si y se perciban huecos al caminar sobre ellas. Si la base de instalación es irregular la mejor opción es buscar lamas más estrechas que se adapten mejor a las variaciones que no se hayan podido eliminar.
Podemos conseguir suelo laminado en distintos espesores, que van desde los 7 a los 15 mm o mas. Un suelo más grueso es más sencillo de instalar, se adapta mejor a irregularidades del subsuelo, tiene mejor resistencia a impactos y ofrece mejor aislamiento acústico. En general a partir de los 12 mm las sensaciones al pisar un suelo laminado se parecen bastante a un suelo de madera auténtica.
Los suelos laminados se clasifican según su clase de resistencia a la abrasión (AC), de este modo tenemos desde AC1, adecuado para zonas de muy poco tráfico hasta el AC6, un suelo con un acabado más tosco que es el que deberíamos colocar en un centro comercial o una oficina con mucho tráfico. Los niveles intermedios son adecuados para instalar en un hogar. Existen numerosos fabricantes pero en general una apuesta segura es un AC4, serán lamas más gruesas y por lo general con algún tipo de resistencia testada al agua.
Los laminados de alta presión (HPL) son más duraderos que los de presión directa (DPL), en el primer proceso se emplean al menos cinco capas que se fusionan utilizando resinas con el cuerpo mediante mas presión y calor que en el proceso de presión directa, donde las cuatro capas se unen solo por presión y calor. El acabado HPL ofrece mayor rigidez y un aspecto más áspero que lo hace idóneo para zonas de mucho tráfico mientras que el DPL permite más opciones de diseño y un precio más competitivo.
Los suelos laminados no requieren excesivos cuidados más allá de una limpieza regular. Debemos intentar evitar rayar su superficie o verter agua sobre el suelo y recordad que si el aspecto se deteriora por un uso excesivo no podremos reparar el daño lijando y encerando sino que deberemos sustituir las lamas dañadas, por eso es importante conservar material de repuesto.
Vamos a poder encontrar acabados con más densos, con mejores sistemas de anclaje o impresiones más realistas, tratamientos anti UV para evitar la decoloración, opciones con bisel o sin bisel, adaptados a entornos húmedos, compatibles con suelos radiantes o con efectos cepillados más realistas de modo una vez determinadas las características que exigimos solo tenemos que escoger entre aquellas variedades que cumplan los requisitos.